En este trabajo reflexiono
sobre mi experiencia docente de ingreso al magisterio y en “la aventura de ser
maestro” inicio con la palabra
“desafortunadamente”, quiero aclarar que no es peyorativa, todo lo contrario,
intento remarcar que la vida nos pone donde debemos estar, no donde queremos, y
aunque tuve otras aspiraciones, el lugar común y recurrente en mi vida ha sido
el magisterio y hace 16 años finalmente lo acepté y a partir de allí me
considero maestro.
Cómo lo comenté anteriormente
desafortunadamente nunca quise ser maestro y no estudié en la normal, pero en
mi formación como profesor de danza y como licenciado en administración pública
lo aprendido y que me ha ayudado es: trabajar con actividades prácticas, que
sean significativas, que partan de lo que creo que son sus intereses, que se
centren en contenidos que les sean útiles en sus vidas y sus carreras.
Es muy grato para
mí ser docente, inicié a corta edad en el magisterio y en educación media
superior tengo más de treinta años de servirle, cuando trabajé en niveles
educativos como secundaria, siempre me sentía un poco cansado y era muy difícil
tener tantos grupos y con alumnos tan irrespetuosos, en bachillerato tienen
otras expectativas, otros gustos, otro nivel de desarrollo psicológico y sus
intereses se centran en otras situaciones, por lo que me siento más cómodo con
ellos, este nivel creo es el ideal para mí, he trabajado 15 años en educación
superior en la UPN Unidad 144, en Ciudad Guzmán, Jalisco, y también he estado
cómodo, pero creo que ayudo más a los alumnos en bachillerato, ya que mi
experiencia de vida y mi estilo de enseñanza me ayudan a ser empático y ayudar
a construir caminos de vida de los alumnos con quienes me identifico.
No quiero decir
que sea fácil trabajar en medio superior, pero me gusta estar con ellos y
construir códigos para ayudarlos a superar su adolescencia.
Lo que me
satisface sobre manera es cuando he visto alumnos que superan su estado
cognitivo, social, familiar y descubres que has sido pilar para alguno en cada
grupo.
Considerando mi
vida personal en conjunto el lugar ocupa la profesión de maestro, creo que es el
primero, aunque tenga gustos artísticos y políticos, el magisterio me ha
envuelto, no me permite retirarme, me atrapó y ha sido muy celoso conmigo, en
alguna ocasión tuve que renunciar a ser maestro por irme dos años a la
política, ahora compagino el arte y la política con mi oficio de ser maestro,
pero indiscutiblemente, la gente no me dice licenciado, ni profesor, me dice
maestro y eso es una gran responsabilidad, por eso estoy, tratando de aprender
a realizar investigación educativa y mejorarme en los procesos que realizo
todos los días en las aulas.
Aprecio mucho de
mi trabajo docente, Las recompensas morales y motivacionales, como que trabajar
con los contenidos del programa es una obligación inherente y los alumnos lo
saben, pero el ser humano, el tener la posibilidad de lanzar una mirada
aprobatoria o desaprobatoria dentro o fuera del salón, no está en ningún
contrato ni programa de estudios, y eso forma seres humanos, forma conductas,
conciencias y posibilidad de que esos seres humanos se mejoren y mejoren las
condiciones sociales en las que vivimos, soy feliz con lo que hago y hago
muchas cosas al mismo tiempo para ser más feliz todavía.
Creo que la única
insatisfacción es que los alumnos no aprendan, que no tenga la capacidad para
descubrir sus estilos de aprendizaje y diseñar las acciones necesarias para que
lo logren. El sistema, los salarios, los directivos no me causan
insatisfacción, soy Licenciado en Administración Pública y se cómo funciona la
educación pública, siempre busco la manera de lograr mis aspiraciones, no me causa
insatisfacción esto, me puede causar un poco de incertidumbre, pero al final de
cuentas se puede, por una parte hacer valer los derechos y por la otra, lograr
realizar mi trabajo satisfactoriamente aún en contra del sistema y los
directivos, ya que en el aula soy quien propone como se educa al final de
cuentas.
Finalmente creo
que ha sido un acierto que a los docentes de educación media superior nos
capaciten pedagógicamente, ya que es históricamente la primera ocasión que lo
hacen, también esta capacitación nos proveerá de un lenguaje común, nos
permitirá menos fricciones en los planteles y las academias, ya que si alguno
de los compañeros estudiaba maestrías, y especialmente maestrías en educación
era mal visto y las burlas eran lo mínimo que obtenía por haberse preparado, a
partir de los diplomados y especializaciones que nos están preparando en la
pedagogía, ya no será una ofensa hablar de educación y sus tecnicismos, el
cambio de paradigma en la educación que está ofreciendo la RIEMS será logrado,
porque generó crisis en los docentes y directivos y porque nos capacitamos para
superar esa situación.
Es momento después
de más de 30 años en la docencia que aceptara una capacitación formal con el
inicio de una maestría en educación con intervención en mi práctica educativa y
una especialización en competencias docentes para la educación media superior,
las dos me permitirán ser mejor docente y mejor ser humano.
Cayetano Chávez
Villalvazo